jueves, 15 de diciembre de 2011

Capítulo 5



Capítulo 5

- ¿Donde está Mike? -




Todo estaba oscuro y desértico. Una instalación bajo tierra, retenía al único hombre con vida del lugar. Quizás llevaba meses ahí encerrado, o quizás años, pero de hace mucho tiempo que no ve el sol del nuevo día, o más bien del nuevo infierno. Mike estaba moribundo, apoyándose en las rocosas paredes que recorría cada rincón de la instalación. Desconocía los motivos de su retención, pero de una cosa estaba seguro, y es que BWO le tomó rehén años atrás, al poco de salvar a Anna y Alexander del terror de Liberty City. 

Aún le costaba caminar, y veía borroso por la falta de energía. Llevaba días sin comer. El lugar en donde se encontraba estaba a oscuras, a excepción de algunas lámparas parpadeantes que le ayudaban a guiarse por el lugar. Estaba claro que estaba en alguna instalación subterránea por la arena y tierra que tocaba con sus propias manos, y las salas, llenas de tecnología avanzada y de medicamentos por todas partes. Estaban destrozadas. Algo ha tenido que ocurrir para que todos los científicos y guardias escaparan de ahí. Por el suelo se apreciaba sangre, y algunas huellas de manos manchando las puertas blancas del lugar. Mike no sabía lo que había pasado, ni siquiera sabe como la puerta de su celda se abrió de repente, «¿acaso alguien ha estado ayudando a escapar de ahí?». De repente su oído captó algo proveniente de sus espaldas. Unos pasos. Con dificultad, enderezó la vista hacia su espalda y vio como una sombra borrosa caminaba hacia él. Reconoció un pequeño vestido blanco, con manchas de sangre, y unas sandalias negras. Sus manos se acercaban a él, y éste opuso resistencia hasta desplomarse al suelo agotado.

- Creo que esto le reanimará...

Clavandolo en el mismo pecho un gran punzón, Mike cogió aire y se inclino de golpe del suelo. Parpadeo rápidamente y vio a una chica arrodillada ante él. Sostenía el punzón en su mano mientras le sonreía y suspiraba aliviada. Al verle en buenas condiciones, no dudo en ayudar a Mike a levantarse.

- ¿Estás bien? ¿Puedes moverte? -

- Si claro... - contestó - ¿Quien eres tu? -

- Jennifer - dijo - Sujeto III -

- ¿Sujeto III?... - Mike se alejó poco a poco de ella - 

- ¡No te haré nada! - exclamó - Solo quiero salir de aquí y reunirme con mi hermano... -

- ¿Cómo es que puedo fiarme de un experimento de BWO uhm? -

- Tendrás que hacerlo si quieres salir de esta instalación con vida.... - dijo - No tenemos mucho tiempo, sino despertarán -

- ¿Quién? -

Su respuesta fue respondida en cuestión de segundos. Unos gemidos se escucharon al fondo del pasillo, donde supuestamente está la sala de control. Mike miró a Jennifer con asombro.

- ¿Cómo diantres...? -

- ¡Tenemos que salir de aquí, pero ya! -

Jennifer no dudo en tomar la mano de Mike al ver como tres antiguos miembros de BWO se alzaban de su misma muerte. Ambos echaron a correr por el largo pasillo mientras que aquellos tres corrían hacia ellos desesperadamente. Tenían una mayor velocidad, y más sed de sangre. Eran más violentos. Mike no daba crédito a lo que veía, el virus que destrozó Liberty City había evolucionado a peor, y posiblemente BWO se les escapó de las manos. Jennifer, con un fuerte tirón para que reaccionase él, le empujó al interior de una de las salas y cerró la puerta rápidamente. De pronto se escucharon a sus perseguidores golpeando la resistente puerta con fuerza.

- ¿Donde estamos? - preguntó -

- Instalaciones  subterráneas del pequeño pueblo de Creind Ville, muy cerca de Atlanta... -

Jennifer se apoyó en la puerta para hacer fuerza, y Mike comenzó a investigar por la sala en busca de algo fuerte para asestarles un fuerte golpe.

- No saldremos por la puerta - saltó Jennifer - El conducto de aire nos sacará de este infierno. Fuera nos está esperando la chica de la katana... -

- ¿Qué? - Mike no entendía nada - ¿Cómo estas segura? -

Jennifer se sonrojó en ese momento. 

- Lo he visto - afirmó - Veo las cosas... antes de que ocurran... por eso sé que fuera nos espera una chica con una afilada katana... -

- Había escuchado rumores de las habilidades... no sabía que... -

- Será mejor que abras el conducto de ventilación... no podré sostener la puerta por mucho -

Mike siguió sus indicaciones y arrimo una mesa contra la pared. Subió y alzo los brazos hacia una rendija del techo. Lo arranco con su gran fuerza y destapó el conducto. Mike le indicó con la mano, y Jennifer se apartó de la puerta y corrió hacia Mike justo después de que los tres hombres entrasen. Con una gran agilidad, Jennifer se subió sobre Mike y entró en el conducto de velocidad. Mike, observando que aquellos tres caminantes iban hacia él, tomo la rendija que quitó y empotró con todas sus fuerzas sobre el cráneo de uno de ellos.

- ¡Venga, dame la mano, no tenemos mucho tiempo! -

- ¡Entendido! -

Asestando un último golpe sobre el segundo, Mike tomo la mano de Jennifer y entró justo a tiempo en el conducto, antes de que le cogiesen el tobillo. Suspiró aliviado, pero aún tenía casi más de cincuenta metros que escalar, e incluso recorrer para salir de las instalaciones con vida.

- ¿Tu hermano... está vivo? - preguntó Mike indiscretamente - 

- ¡Claro!, he visto que me reunía con él si salvaba tu vida... por eso te liberé de tu celda -

- ¿Así que me has liberado tu?, debería darte las gracias... en serio... -

- ¡Dámelas cuando esté con mi hermano! - rió ésta - Y ahora venga... tenemos que salir de aquí antes de mañana... -



*  *  *  *  *  *  *  * 


Por suerte, el autobús consiguió salir ileso de la ciudad. El coche que Liz y Sebastián tomaron, estaba aparcado al comienzo de la autovía, como muchos más coches que habían. Steffan paró el autobús antes de llegar hacia ellos. La gasolina se agotó.

- ¡Me cago en todo! - grito Steffan enfurecido - ¡Se acabo el suministro! -

- ¿Cómo? - Mj saltó de su asiento y miró el piloto - Es cierto... ¿y ahora que coño hacemos? -

- Haber tranquilos - saltó Jonh con el arma en la mano - El otro coche de Liz y Sebastián tendrá suministro ¿no? -

- Después de recorrer toda la ciudad, lo dudo - comentó Sarah -

- Bajemos todos - ordenó Alexander -

Todos obedecieron su orden y bajaron. Sarah se incorporó con dificultad por el dolor en el tobillo, más bien por la infección que estaba naciendo. La sujeto VI se adelantó a ella bajo una sonrisa pícara, y Elisabeth se percató de su estado. Se acercó a ella para ayudarla, pero ella le rechazó.

- No me toques -

- Pero tu tobillo.... estas infectada... -

- Lo se... ¿y? -

- ¿Y?, acabarás como los caminantes... - le dijo - Debo avisar a... -

- ¡No! - Sarah la agarró del brazo - No quiero que cunda el pánico por favor... - le dijo - 

- ¿Quieres que no cuente nada o que? - preguntó. Ella asintió - Apenas te pueden quedar... doce días de vida, o menos... -

- Tu eres doctora.... podrás hacer algo -

Elisabeth asintió. Extrajo de su bolsillo las píldoras y se las entregó.

- Esto ralentiza el virus, pero no se por cuanto tiempo... - le explicó - 

- Gracias... - suspiró - 

- ¡VENGA CHICAS! - Exclamo Steffan desde la puerta del bus - 

Descendieron ambas y se reunieron con el resto. Todos estaban reunidos, incluido Liz y Sebastián. Rodeando el coche que ambos tomaron, Alexander tomó la palabra.

- El vehículo de ellos tampoco tiene suministro, así que no queda otro remedio que buscar gasolina en algún punto cercano -

- Es de locos... - mascullo Anna - 

- Tranquila - le susurró Jonh - ¡Cerca de aquí hay un pequeño pueblo, puede haber una gasolinera!, así podemos recargar el bus e ir todos -

- Creind Ville - afirmó Mj - Conozco vagamente el lugar... no pilla muy lejos si vamos -

- Pero no podemos ir todos - comentó Sarah - Si vamos todos, podemos llamar mucho la atención a esos caminantes -

- ¡Entonces iré yo! - Steffan saltó, ya con dos garrafas vacías en sus manos - Es mi querido autobús, así que dejármelo ami -

- No iras solo - Mj desenfundó su katana - 

Jonh soltó la mano de Anna, su hermana,  y dio un paso adelante con su arma.

- Bien. Steffan, Mj y yo iremos a por suministros. Vosotros quedaros dentro del bus -

- ¡Estas loco! - exclamo Anna - No vayas... por favor... -

- Tiene razón - Liz saltó junto a su arma - Yo también tengo un arma, déjame ir ami a reventar algunas cabezas ¿te parece Jonh? -

- Es una buena idea - comento Elisabeth - 

- ¡Entonces en marcha! - exclamo Steffan feliz - 

- Si no regresáis por la noche... - Alexander suspiró - Por la mañana iré a buscaros... si ocurre algo esconderos... ¿entendido? -

- A sus órdenes - vaciló Liz -

Así, Steffan, Liz y Mj se encaminaron hacia Creind Ville, dejando al resto en la autopista.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Capítulo 4

Capítulo 4 

- El último refugio de Atlanta -



El aparcamiento de la comisaría estaba vacía. Solo había un vehículo y el autobús escolar. Una agente de policía, quizás la única que quedó viva en la comisaria, fue a recibirles por su llegada. Steffan bajó enseguida del autobús y fue a abrazarla, igual que Mj que fue detrás. Alexander bajó con la compañía de los demás, que aún estaban desconcertados de lo que ocurría. Únicamente sabían poco. Toda Europa ha caído por la infección, y que el único lugar sin infección es Japón y alrededores, confirmado por Mj que proviene de allá. 

- ¿Cuantos sobrevivientes hay aquí? - pregunto Sebastián -

- Solo nosotros y la agente de policía Liz - confirmó Alexander - 

- Han llegado dos personas más... - saltó la agente - Están en el vestíbulo - 

- Entonces subamos - ordenó Alexander - Steffan, ¿te quedarás aquí abajo? -

- ¡Claro!, alguien tendrá que cuidar de los vehículos - asintió -

Todos subieron unas escaleras para llegar al gran vestíbulo de la comisaria. Era gigantesca, pero con varios rasgos de violencia alrededor. Manchas de sangre por todos los sitios, y las ventanas selladas con fuertes barrotes. En el centro yacía la recepción, donde la silueta de las dos personas estaban. Era una niña de doce años de edad que estaba sentada con las piernas cruzadas sobre el escritorio, y la otra, con un corte leve en el rostro, estaba de pies ante la niña. Sarah se adelantó para saludarlas, pero Anna la retuvo con la mano al reconocerla. Era Elisabeth.

- Parece que tienes un pequeño reencuentro, Eli - carcajeó la Sujeto VI -

- ¿Uhm?... -

Elisabeth se volteó, y se llevo una gran impresión al verles. Alexander y Anna estaban frente a ella, a pocos metros. Su mirada rebosaba tranquilidad, al igual que en su rostro se dibujaba una sonrisa pícara, «¿quien diría que el destino les volvería a unir?». Sarah lo comprendió al instante de quién se trataba, cuando Alexander caminó hacia ella con el mango del machete agarrado. Elisabeth también se acercó a él, pero no del mismo modo. Alexander extendió uno de sus brazos y la tomó del cuello, empotrando su cabeza contra el escritorio. Posó después la hoja del machete sobre su cuello, apunto de degollarla. Elisabeth se rió.

- ¡Asquerosa perra! - le gritó - ¡Asesina!, debería matarte ahora mismo... Elisabeth - le susurro al oído, sintiendo un escalofrío por todo su cuerpo - 

- ¿Pero que pasa aquí? - saltó la agente Liz - ¡Suéltala por favor, Alexander!, es de BWO -

- Sé en que trabaja - vaciló Alexander - Dime Elisabeth... ¿que pintas aquí eh? -

- Lo mismo que tu. Escapar - le confesó - 

Dando un codazo en el abdomen de Alexander, el muchacho salió disparado a quince centímetros de ella. Su mirada de tranquilidad cambió a un tono rojo, como si su propia sangre se hierbe en sus ojos. Sebastián y Liz fueron a socorrerle, mientras que Sarah y Jonh cubrían a Anna de ella.

- Elisabeth debes controlarte, sino nos encontrarán... - le advirtió la Sujeto VI -

Elisabeth se estremeció, y comenzó a salir un hilo de sangre por su nariz. Cayó de golpe al suelo de rodillas, tosiendo con fuerza y escupiendo sangre. Rápidamente sacó una de las píldoras del bolsillo y se la tomó, parando así las pequeñas sacudidas que tenía su cuerpo.

- ¿Alguien puede... explicarme esto? - saltó Alexander mientras se incorporaban - Aún sigues tomando esas píldoras... ¿por qué? ¿no te retiraban el virus a cambio de mi... de mi... hermano? -

- Somos armas biológicas - reveló la Sujeto VI - BWO nos han dejado tiradas en Atlanta, no las servimos para nada... bueno... Elisabeth les traicionó -

- ¿Tú, traicionar a BWO? - se escuchó preguntar a Anna - 

- Experimentaban con niños, yo no podía trabajar así.... ver a niños sufrir, morir, y renacer como criaturas diabólicas... no podía - contó - Decidí revelarme hacia ellos... quería liberar a todos los Sujetos que están encerrados... -

- ¿Incluyendo a mi hermano? - 

- Eric también. Quería... ayudar a todos los Sujetos... solo son niños... con habilidades extraordinarias para usarlos como armas -

- ¿Cómo ella? - Sarah señaló a la Sujeto VI -

Elisabeth se levantó y se apoyó sobre la recepción. Alexander y compañía se acercaron a ella, pero Jonh tenía preparado unas esposas para ella. La ató rápidamente y se guardó la llave en su bolsillo.

- Es por seguridad - confesó Jonh - No me fío de ella... - después miró a Anna - ¿Estás bien? -

- Me parece todo muy raro - confesó ésta - Elisabeth... ¿por qué estabas en la Universidad hace días?, ¿que querías de mi? -

- Ellos me iban a matar... si no llevaba a los últimos sobrevivientes de Liberty City. Vosotros -

La torreta de la comisaria comenzó a disparar de repente. Se podía escuchar los gemidos desde dentro. Sarah y Liz corrieron hacia la puerta principal armadas, y miraron a través de los barrotes el gran patio de la comisaria. Estaba despejado, pero tras la gran muralla que cubría el recinto, casi el doble o el triple de caminantes estaban rodeando la zona. La torreta disparaba ciegamente a los caminantes que tocaban la gran puerta. Todos caían al suelo, pero luego aparecían quizás el doble. La situación estaba controlada mientras que la gran puerta del muro no cayera. 

- Están intentando entrar chicos... - dijo Sarah - Dudo que la puerta aguante -

- El virus Protocolo es más potente que el que se liberó en Liberty City - reveló Elisabeth - Pueden pensar... -

- ¿Pensar dices? - se atemorizo Sebastián - ¡Si son muertos como piensan! ¡Es imposible! -

- Nada es imposible para BWO... - sonrió - 

- Aquí no estamos seguros - comentó la Sujeto VI - Tendríamos que irnos de aquí -

- ¡Me parece buena idea! - exclamo Jonh tomando del brazo a Elisabeth - ¡Alexander! -

- Bien... id bajando al aparcamiento, tomaré provisiones - 

- Te acompaño, también necesitaremos munición - saltó Sarah -



*  *  *  *  *  *  *  *  *  *  *  * 


Había una pequeña puerta oculta tras unas esculturas, era el lugar donde se guardaba la munición y algunos alimentos en caso de emergencias. Sarah llevaba una pequeña caja que estaba llena de casquillos de balas, pero las tiró al suelo para llenarlas de cajas de munición. La pequeña sala estaba cubierta por altas estanterías, repletas de alimentos y de munición suficiente para matar a más de doscientos. Alexander aún sostenía el machete, y metía en dos mochilas latas de comida, desde frutas hasta legumbres. 

- Alexander... ¿te fías de ella? -

- ¿Te refieres a Elisabeth, Sarah? - ella asintió - En cierto modo... no lo se -

- ¿Y de esa chica que la acompaña?, es uno de esos sujetos... ¿no te parece raro? -

- Si... - Alexander cerró las mochilas y se colgó una en cada hombro - ¿Nos vamos? -

- Shh... - 

Sarah dejó la caja en el suelo y se adentró con cuidado al fondo de la estancia. 

- ¿No lo oyes? -

- ¿El que? -

- Es como si alguien estuviese... -

De repente, una mano apareció de golpe del suelo. Movía los dedos, donde tenía incrustado tierra entre las uñas. Poco a poco aparecía la otra mano, y después la cabeza. 

- ¡Uaaaaaaaaaaaaaaaaaagh! - grujió el caminante - 

- ¡Sarah aparta! -

Alexander corrió hacia ella y deslizó el machete por debajo, cortando la cabeza antes de que su cuerpo saliera de ese agujero. El muchacho tomó el machete en su mano, y tomo con la otra la caja de municiones. 

- Están entrando por abajo.... ¡El aparcamiento! - exclamo Sarah - ¡Tenemos que ir ya! -

Saliendo de la pequeña habitación, vieron como el suelo del vestíbulo comenzaban a alzarse las baldosas. Ellos estaban entrando por abajo, estaba claro. Sarah pisaba cada baldosa a su paso hasta la puerta del aparcamiento, donde tuvo que sacar el arma. Al fondo, casi cuatro caminantes salieron de los propios agujeros que crearon con sus manos, y no dudaron en correr hacia Sarah. La joven alzó el cañón y disparó con gran precisión sobre sus frentes.

- ¡Venga Sarah! - gritaba Alexander desde el aparcamiento - ¡Rápido! -

- ¡Vo...voy! - 

Sarah cerró con una patada la puerta del aparcamiento y bajó las escaleras enseguida. El vehículo aparcado lo tomó Liz con Sebastián, mientras que en el autobús, Steffan estaba frente al volante, y detrás, Anna, Jonh, Elisabeth, Mj y Alexander esperaban a Sarah a que subiese. 

- ¡Rápido sube! - gritaba Alexander desde la puerta del autobús -

La puerta acabó por los suelos, y una avalancha de caminantes comenzaban a entrar en el aparcamiento. Liz arrancó el coche nada más verlos, y fue la primera en salir del sitio. Llevaba una radio comunicadora en su interior, la cual le daba comunicación con el autobús.

- ¡Steffan nosotros nos vamos ya! - dijo Liz tomando la radio - 

- ¡Recibido!, ¡Nos encontraremos a las afueras de Atlanta, camino hacia la autovía! -

- ¡Entendido! ¡SUERTE! -

- ¿Que coño está haciendo Sarah? - saltó Jonh ya nervioso - ¡Están entrando! -

- Intenta frenarles - saltó de repente la Sujeto VI - No quiere ser salvada -

- ¡No! -

Jonh caminó a zancadas por el autobús y apartó a Alexander del medio, sin antes arrebatar el machete para librarse de los caminantes. Salió del autobús y corrió directa a Sarah, que caminaba en dirección contrario a él. Jonh se adentró en el infierno. Una gran muchedumbre de caminantes se fijaron en él también, y fueron a por ambos. 

- ¡Jonh vete, déjame ami esto! - grito Sarah mientras disparaba a los que les perseguía -

- ¡No pienso dejarte aquí! ¡No! -

El claxon del autobús resonó como eco en el aparcamiento, y Steffan arrancó los motores.

- No nos iremos sin ellos - saltó Anna - ¡Es mi hermano! -

- Se lo que hago preciosa - mascullo Steffan -

Dio un volantazo y condujo directo hacia los caminantes. Steffan gritaba victorioso mientras les atropellaba, hasta que frenó de golpe frente a Jonh y Sarah. Jonh la tomó de la mano y la metió de golpe en el autobús para escapar de allá.

- ¡Arranca ya! ¡Arranca! - ordenó Jonh -

A sus órdenes, Steffan volvió a arrancar y salió victorioso del aparcamiento, saliendo de la comisaria velozmente. Sarah deambulaba agotada por el autobús, y se sentó en los asientos de al lado donde yacía Elisabeth y la Sujeto VI.

- Estás loca... - mascullo Elisabeth - Casi haces que nos maten -

- Tu nos has matado - saltó Sarah a su defensa -

- O tu ... nos matarás - sonrió la Sujeto VI -

La mirada de la «inocente niña» se centró en el tobillo de Sarah. Tenía un arañazo profundo. Sarah se percató y se tapó de la vista de ella.

- Morirás - sonrió nuevamente -

- No creas - arqueó Sarah la ceja - 

La Sujeto VI se acercó a Sarah y posó su mano en su tobillo.

- Es un simple arañazo - dedujo ésta - Así que en diez días... tú matarás a tus amigos.... - después se acercó a su oído - Así me ahorrarás en matarlos yo -




martes, 6 de diciembre de 2011

Capítulo 3

Capítulo 3

- El amanecer de los muertos -

Más de cinco años buscándole... viviendo una pesadilla de donde no puedo salir... teniendo en mente su rostro, sus lágrimas y chillidos... ¿donde estás?

Alexander.



00:40 h

Atlanta City cundió el pánico por todos los rincones. El virus Protocolo se expandió por el Gran Teatro Principal, intoxicando a la mayoría de los invitados. Éstos cayeron muertos, pero lo que desconocían es que resurgían en un nuevo despertar, en un amanecer de los muertos. Las fuerzas policiales intervinieron, pero era imposible. La ciudad era más grande que la misma Liberty City, y el virus se propagaba más rápidamente. No había ni un lugar seguro, ni siquiera escapando de ellos. Éstos caminantes eran diferentes, más veloces, más agresivos, y con más apetito que nunca. Por suerte, unos pocos, consiguieron alzar algunas barricadas en pequeños comercios o en algún edificio para resistir el ataque de los muertos. No muy lejos del Teatro, en donde comenzó este brote, yacía un pequeño local de alimentación donde las ventanas y puertas estaban selladas con muebles, e incluso con chapas metálicas. Allí, Jonh apoyaba la pequeña resistencia del local junto a su hermana, Sarah (la cuál no tardó quince minutos en reunirse con él), y un dependiente de la tienda llamado Sebastián. 

- Las calles están repletas de todos ellos... - mascullo Sarah -No podemos quedarnos aquí -

- ¿Y la furgoneta vuestra? - pregunto Sebastián a Jonh y Anna - 

- La dejamos fuera por ayudar a los demás - mascullo Jonh arrepentido - 

- En estos casos es mejor escapar hermano... - comentó - Si nos dedicamos a salvar a los demás, nosotros no seremos salvados... -

- ¿Entonces por qué no salimos y nos escapamos con la furgoneta? -

- ¿Eres tonto chico? - Sarah se abalanzó sobre él - ¡Si damos un paso fuera, esas cosas nos comen! ¿comprendes niñato? -

- Sarah por favor... -

- ¡Jonh no!, mi vida vale más que la de éste muchacho .... - confesó irritada - 

- Sarah baja la voz... - 

Anna agudizó la vista por una fisura de la pared y vio el panorama de la calle. Habían más de veinte merodeando frente la tienda y rodeando la furgoneta, que por suerte tenía las llaves puestas. Poco a poco se iban acercando al local, y Anna se echó hacia atrás asustada. Chocó contra su hermano, y éste la abrazó. 

- Están aquí... nos escucharon... - 

Se comenzaron a oír los golpes en las chapas metálicas. Eran sonidos bruscos y escalofriantes. Los cuatro se echaron hacia atrás, ocultándose detrás de unas estanterías en donde paquetes de galletas estaban derramadas. Las chapas temblaban escandalosamente, atrayendo así a más caminantes. Eran más fuertes y mas violentos, eran diferentes a los de hace cinco años. De repente, la puerta principal del local se abrió de golpe. Varios brazos grisáceos aparecieron, y con fuerza empujaban las puertas hasta tirarlas al suelo. Jonh agarró la mano de Anna y se la entregó a Sebastián para que la protegiera. Él, a la par de Sarah, deslizaron sus armas y se pusieron en posición.

- Chico, será mejor que corráis hacia la trastienda y os encerréis ahí... - le dijo Jonh - Nosotros frenaremos a esta gente -

Sebastián asintió y llevo a Anna por detrás de las estanterías, a una pequeña sala donde había una persiana. Detrás estaba la trastienda. Jonh hizo un gesto con la mirada y Sarah se adelantó a él mientras le cubría. Había cuatro caminantes rebuscando en los cajones de congelación, mientras que otros comenzaban a entrar y a olisquear como si fuesen sabuesos. Alzando el cañón del arma, apuntó decisiva hacia la sien de uno de ellos. La bala salió como una flecha hacia su sien, explotándola en mil pedazos. Uno fuera, o eso creían. Una vez la cabeza reventada, algo salió de su cuello, como si fuese un tentáculo. Éste empezó a girar sobre si mismo y golpeó a Sarah fuertemente, expulsándola casi contra los mostradores del final.

- ¡Sarah! - gritó Jonh - 

- ¡Jonh cuidado....! -

La criatura del cual su cabeza fue sustituida por un tentáculo, se abalanzó sobre él. Jonh rodó hacia la derecha y esquivó el golpe. Alzó el arma y disparó tres veces, hasta que el tentáculo se separó del cuerpo y éste caía muerto. Estaba claro que eran diferentes. Con un simple disparo en la cabeza caían muertos, pero aquella criatura no. Un tentáculo le salió como si hubiese eclosionado de un huevo, y se agitaba golpeando todo a su paso. Jonh recargó el arma, y disparó contra las rodillas de los caminantes que andaban en los congeladores. Sus huesos se sobresalían, y cayeron al suelo. De repente, el sonido de un furioso motor se dirigía directos al local. Jonh corrió junto a Sarah al ver unos grandes focos empotrándose contra la vidriera del lugar. Era un gran autobús escolar, de donde una chica descendió con una katana japonesa. Corría contra los caminantes y les asestaba grandes cortes que les dividía la cintura con el cuerpo.

- ¡Suban al autobús! - exclamo ésta - ¡Venga rápido, no tenemos tiempo! -

Jonh golpeó la gran persiana que tenía a sus espaldas y enseguida se abrió. Sebastián y Anna salieron de la trastienda y agarraron la mano de Sarah que echó a correr hacia el autobús. El rostro de Anna cambió totalmente al ver el autobús. Su cara de temor cambió a sorpresa. Cuando entró en el autobús, en medio de la oscuridad y los primeros rayos del amanecer, un muchacho corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. Notaba como de sus mejillas caían lágrimas, y cuando alzó la vista a sus grandes ojos azules, reconoció quien era.

- Alexander.... - tartamudeó Anna del asombro - ¡Alexander! - 

- Te encontré... - le susurró - ¿Te gustó el pequeño rescate del autobús? -

- ¿Pero cómo...? - Anna tenía ganas de reír -  ¡Desapareciste cuando nos salvó Mike!

- Es una larga historia... - le dijo - 

- ¡Venga Alex, deja de saluditos y marchémonos ya! - exclamo el conductor -

- ¡Claro!, ¡vamos hacia el refugio! -

Las puertas del autobús se cerraron. Sebastián y Sarah se sentaron no muy lejos del conductor, y Jonh junto a su hermana, Alexander y la muchacha de la katana que les había ayudado. Ahora, tocaba las presentaciones.

- Ella es Mj... y el loco que conduce Steffan - saltó Alexander -

- Gracias en serio - dijo Jonh guardando el arma -

- Aún no hemos salido de aquí... - mascullo Mj - Darnos después las gracias... - vaciló -

- Alexander... - suspiró Anna. Tenía un nudo en la garganta para preguntarlo, pero debía saberlo de antemano - ¿Le encontraste? -

Él negó con la cabeza.

- Creía que estaría en Atlanta... - dijo - Pero no... -

- ¿Creías? - 

- Si... - asintió - Creo que habéis estado ciegos de lo que ocurre fuera de aquí -

- ¿Fuera?... - Jonh miró desconcertado a su hermana -

- Casi toda Europa ha caído. Venimos de Venecia... ahí obtuve una pista que me llevó a la Universidad Privada de Atlanta... llegué, y obtuve otra pequeña pista del paradero de mi hermano... -

- ¿Estás diciendo que más ciudades han caído? - saltó Jonh sorprendido - ¿Por qué  no llegaron noticias a Atlanta?

- BWO cortó esas comunicaciones - soltó Mj - El único lugar libre de infección es en Japón, de donde vengo yo -

- Toda Europa infectada, ¿menos Japón? - Anna miró a Alexander -

- Por eso creo que está ahí mi hermano - confesó - Pasamos por Atlanta en tu búsqueda y en la búsqueda de Mike... pero Mike... desapareció hace dos años -

Hubo un pequeño silencio. Mike fue el muchacho que ayudó a ambos a escapar de Liberty City, el cual les dio una vida nueva. Ahora estaba desaparecido. Sin rastro alguno de donde podría estar.

- Los tendrán ellos - irrumpió Sarah en la conversación - Iban tras Anna hace dos días, seguramente que andan buscándoos a ambos... -

Anna abrazó a su hermano preocupada.

- Eso no pasará - sentenció Jonh - No dejaré que esas personas toquen a mi hermana nuevamente -

- ¡Ey chicos, ya estamos llegando! - exclamo Steffan -

Sebastián se incorporó del asiento y se inclinó por la ventanilla para ver en donde se adentraban. Era la gran comisaría de Atlanta. Un edificio de una sola planta, bien reforzado y con algunas torretas donde se podría disparar. El autobús frenó frente a un amplio garaje, y cuando se abrió, entró rápidamente. Ahora estaban seguros en aquel refugio, «¿pero por cuanto tiempo?».